¿Qué pueden hacer para recuperar su bienestar?
Nuestros pensamientos generan emociones que afectan a nuestro cuerpo. Nos caen lágrimas cuando estamos tristes, nuestro corazón se acelera cuando tenemos miedo… Toda esta carga emocional debe descargarse. De lo contrario, la energía se acumula en el cuerpo sobrecalentándolo. Es necesario dejar que las emociones hablen. Algunos no lo hacen porque la emoción no se valora en su entorno familiar, no les enseñan a hablar de ellos mismos. Se les ha educado en una cultura de la moderación y el secreto, pero, al guardarlo todo, el cuerpo finalmente se rompe.
Súplicas de atención
Cuando tratamos de comprender ese dolor existe la tentación de caer en una lectura simplista: «Son los nervios», dicen muchos. Sin embargo, para cada individuo la explicación es distinta. Los más propensos son aquellos con una biografía difícil, emocinalmente frágiles o que acaban de sufrir un trauma vital. El cuerpo es donde el inconsciente se manifiesta y, por mucho que la presión social nos obligue a ser supereficientes y a no enfermar nunca, marca nuestros propios límites. Detrás del sufrimiento y de las quejas siempre hay una demanda de atención, una demanda de amor. Piden a gritos que alguien les escuche y comprenda sus tormentos emocionales.
¿Qué hacer?
- Descubre el origen del dolor. Localiza el momento en que aparición el dolor por primera vez ¿Qué pasó?, ¿sufriste algún trauma vital?, ¿Cuál era el contexto emocional que vivían entonces?, ¿superaste el altibajo moral que ese hecho te causó? Hacerte todas estas preguntas te servirá para entender mejor las raíces del dolor que estás sufriendo y te dará algunas pistas para intentar apaciguarlo al máximo.
- Controla tus pensamientos. Practicar ejercicios de respiración, visualizar imágenes positivas y aprender a controlar el miedo al sufrimiento son formas de acabar con el estrés y las tensiones emocionales que pueden llegar a provocar dolor. Son técnicas para aprender a vivir en paz con el cuerpo. Y es que lo físico y lo mental, el cerebro y la mente, están intensamente interconectados: uno cuida del otro y , si uno está bien, el otro también.
- Comparte tus sensaciones. Todas nuestras angustias están guardadas en la conciencia, y no hay necesidad de delegarlas al cuerpo. Por este motivo, en lugar de vivir el dolor -ya sea de carácter físico o moral- en soledad, el primer paso para afrontar el problema es verbalizarlo. También es bueno recibir un punto de vista externo al nuestro y acudir a un experto para que nos ofrezca herramientas que nos permitan apaciguar el dolor y aprender a convivir con él.