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La nutrición a partir de los sesenta

  • Categoría de la entrada:Salud

Es una evidencia que conforme avanza nuestra edad se producen una serie de cambios fisiológicos, económicos y sociales que pueden afectar a nuestra forma de vida: inactividad tras la jubilación, la relación con los demás, la manera de reaccionar, la forma de alimentarnos…

Respecto a los cambios físicos, sin ir más lejos, hay una disminución progresiva de la talla, de manera que se pierde un centímetro o más por década. Esta disminución se relaciona con la curvatura de la columna vertebral (lordosis o cifosis) y el aplanamiento de las vértebras. A su vez, el peso corporal que ha aumentado progresivamente hasta los 40-50años, se estabiliza después y, a partir de lo s60-70 años empieza a descender paulatinamente. Esto se debe a diferentes factores. La vista, el gusto y el olfato disminuyen con la edad, y por ello puede interferir en la palatabilidad de diferentes alimentos y modificar el comportamiento alimentario. Perder el apetito y, consecuentemente, perder peso es, por lo tanto, una de las características propias de esta época de la vida.

Señales de Alarma

Debemos activar una alarma interior si percibimos de repente una falta de apetito, si ha cambiado nuestro interés por la comida, si consumimos menos de tres comidas completas al día o si nos da pereza comer en los momentos que destinamos a alimentarnos.

Debemos estar atentos a las señales de alarma que ponen de manifiesto en nuestro cuerpo. En este sentido, algunas de las más evidentes son dificultad para tragar, úlceras por presión, sensación de saciedad temprana, disminución de la masa muscular, estreñimiento, tristeza…

Una pérdida de peso involuntaria empeora la capacidad funcional y mental de la persona y reduce su nivel de autonomía y su calidad de vida. A su vez, la aparición de estas limitaciones físicas, emocionales y sociales condiciona de forma directa nuestro apetito y agrava la pérdida de peso.

¿Qué podemos hacer?

Es posible mejorar esta situación. Por suerte, es más sencillo de lo que parece romper con este círculo vicioso que es perder el apetito. El primer paso es tomar consciencia de que nutrirse correctamente es la clave para fortalecer la salud.

Para hacer más llevadera la rutina vinculada al momento de la comida (comprar, cocinar, masticar, deglutir y digerir), el secreto es hacerlo fácil y empezar por el principio. Debemos equilibrar nuestra dieta sin aumentar el volumen de comida y medir nuestro esfuerzo a la hora de prepararla, incluyendo sabores y texturas que nos parezcan atractivos.

Para ello, introducir un suplemento nutricional en nuestra dieta habitual puede ser la opción más eficaz,  fácil y sabrosa para romper una mala inercia alimenticia. Acudir al médico o al farmacéutico para que nos aconseje sobre la mejor opción es, sin duda, necesario.

Al equilibrar nuestra alimentación con un suplemento nutricional estaremos previniendo problemas de salud, a la vez que aumentamos nuestro tono vital y energético, así como nuestra autoestima y ganas de cuidarnos.

Existen diferentes formatos y sabores, dulces y salados, de suplementos nutricionales para adaptarse a nuestros gustos. Son una fuente rica de energía, proteínas, vitaminas, minerales y los nutrientes esenciales que el organismo necesita. Preguntar en tu farmacia o a tu médico de cabecera es una correcta vía de información para corregir estas situaciones de desequelibrio nutricional.

A ciertas edades, y sin cambiar de hábitos, es difícil recuperar el apetito. Lo que resulta esencial es mantener un buen estado nutricional para que repercuta directamente en nuestra salud. Por eso los suplementos nutricionales pueden ayudar a ganar salud.

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